Si hay algo que se pueda decir a cerca de Russian Circles es que la consistencia es una palabra que los describe a la perfección. Como banda en vivo o de estudio, funcionan como una unidad que actúa bajo precisión inhumana. Su estilo es contundente y su sonido “pesado” tiene un verdadero sentido y propósito; mientras que su volumen y concepto se fusionan en algo realmente provocador que siempre será conveniente experimentar de cerca.
Con esto como antecedente nos adentramos en Blood Year, el álbum más nuevo dentro de la discografía de Russian Circles, que suena exactamente como lo que esperas escuchar de la banda oriunda de Chicago. Si la banda te gusta, es muy probable que este álbum también, sin embargo, si nunca has estado expuesto a la epidemia que significa su música, te advertimos, que dejes que la fiebre recorra tu cuerpo y que tu flujo sanguíneo se infecte… No te arrepentirás.
Escribir música instrumental es una tarea compleja, ya que estás tratando de leer el significado de canciones que son inherentemente texturales. En ausencia de letras, es fácil mirar los detalles de la grabación de un disco para comprender mejor dónde estaban los músicos, tanto físicamente, emocionalmente e intelectualmente durante ese proceso creativo. Si bien a menudo eso es tonto, en el caso de Russian Circles, es algo muy natural y a través de ese proceso, la banda, logra construir un vínculo directo entre el pasado y el presente que los ha forjado.
Grabado por Kurt Ballou (Converge) en su estudio GodCity y el afamado Electrical Audio en Chicago, Blood Year reúne a la banda con el guitarrista convertido en productor que los llevó a nuevas alturas. En “Milano” y “Sinaia”, Ballou comprende la manera en la que Mike Sullivan, a través de reminiscencias de black metal, se acerco a la exploración lírica y melódica de los dos temas donde no pretende golpear al escucha, sino proyectar una expresión de su propia introspección a través de su guitarra. Es notorio a través de ese proceso que Blood Year es una plataforma con la que la banda se aleja de sus comienzos empapados de math rock para encontrar una forma diferente de crear música nueva sin entrar en territorios predecibles.
Una de las características más memorables de Blood Year, como de todos los álbumes de Russian Cirles, es la sensación expansiva y exuberante que mantiene. Con cada pista fluyendo sin problemas a la siguiente, el álbum se siente más matizado y directo. También, es más pesado que cualquier otro, logrando que cada tema que lo constituye nos lleve al límite del sonido, de las sensaciones y de las imágenes montadas en las capas de atmósferas que este trío es capaz de construir.
Un ejemplo es la calma que plantea “Hunter Moon”, Dave Turncrantz abre la primera pista de manera magistral, en silencio y dibujando un luto sonoro, para que inmediatamente después “Arluck” rompa el esquema rítmico para poder desdibujar un entendimiento lógico y dar más complejidad al sonido del disco. Brian Cook adorna el tema con un sutil bajo, casi erótico y al final Mike Sullivan hace de sus guitarras un bucle melódico casi hipnótico.
Las capas se acumulan, se sobreponen y se amalgaman, Mike Sullivan persiste con acordes discordantes que brevemente se erigen sobre el resto de los instrumentos y a partir de eso, Russian Circles, no vuelve a mirar atrás. “Kohokia” se vuelve un tema intrigante, cambiante y mutante mientras que las cualidades aturdidoras de “Ghost On High” parecen desarrollarse hacia algo oscuro y sentimental, pero la transición a “Sinaia” hacen del viaje algo turbulento y que se puede saborear.
Blood Year logra que uno tenga experiencias profundas con la música, lo que hace que el escuchar este álbum sea emocionante. Los tracks fluyen uno con el otro, apoyados por las guitarras disonantes y la esencia que la banda capturo a lo largo y ancho del álbum. Si bien no es algo que no se haya escuchado antes, Russian Circles entrega con mucha gracia y una maravillosa producción un disco que industrializa las emociones y capitaliza la obsesiva calidad con la que la banda diseña cada uno de sus álbumes.