THE WEEKND – “AFTER HOURS”

Sintetizadores, reverbs, midis y mucho neón son algunos elementos que se han encargado – durante mucho tiempo – de crear un mood único en la historia de la música y hasta de la moda para construir un mundo (casi paralelo) dónde los sonidos se conciben de una forma diferente. Se pueden casi saborear y visualizar a través de colores neón qué; de una forma muy valiente Abel Makkonen Tesfaye (mejor conocido como The Weeknd), se atreve a incluir en su repertorio para refrescar su sonido y darle un toque diferente a su casi muy desgastado epítome musical.

After Hours es un disco que parece haber sido grabado durante la década de los ochentas, un disco que incluye toda la tecnología más avanzada de aquel tiempo para hacer música, dotándole un sonido lo-fi al disco que acaricia al oido con sus texturas granulosas salidas de un score de algún video juego clásico. La opertura con la que este disco inicia es “Alone Again”, canción que a pesar de tener una carga absurda de autotune, resalta por ser un esfuerzo que acaricia al dream pop y que se complementa con una grandilocuencia sonora que asemeja mucho a una composición en particular de la afamada compositora Wendy Carlos.

Con este preámbulo como cánon, After Hours nos embarca en un camino digital que pareciera haber sido construido dentro de The Grid, dando un guiño al clásico de Disney Tron (Dir. Steven Lisberger, 1982) y desdoblando toda su producción musical en temas como “Hardest To Love”, canción que no solo resalta por su colisión sonora cinemática, pero también por que es un claro ejemplo de que, The Weeknd, se tomó el tiempo de escuchar géneros musicales poco comunes pero en los que encontró un refugio para deconstruir su sonido y ensamblarlo desde una perspectiva diferente que se ve bañada en sonidos retro-wave que se asemejan a las atmósferas descritas en el libro de Ernest Cline, Ready Player One.

Siguiendo la métrica del álbum, The Weeknd recurre a la nostalgia del synth-pop ochentero para reflejar la tragedia hollywoodense. “In Your Eyes” incluye un solo de saxofón que bien pudiese haber sido ejecutado por el mismísimo Tim Cappello mientras que “Escape From LA”, de una manera muy sutil, evoca a una diluida Purple Rain logrando que The Weeknd evoque no solo nostalgia, pero también, mucha sensualidad. Mientras tanto, “Save Your Tears” evoca un track de Wham! perdido hace mucho tiempo. Tesfaye puede apoyarse demasiado en estos sonidos significativos de la era del Atari, pero sus melodías más honestas nos entregan un gran y pegajoso sonido en el inolvidable sintetizador de “Blinding Lights”.

En After Hours, The Weeknd, logra alejarse de la tónica R&B para dibujar un sonido que se desprende de la lógica del pop común y corriente actual para entenderse como un exponente nuevo que entiende su propia música y trabajo desde una perspectiva más honesta y más cruda y eso lo escuchamos en “Repeat After Me (Interlude)”. Un collage de tejidos psicodélicos y doblajes de vocoder; mientras que “Until I Bleed Out” es un momento de colisiones etéreas y fantasmales que se apoya en arpegios litúrgicos de sintetizador. Al mismo tiempo “Faith” hace gala de su potencia rítmica que parece haber sido producida por Carpenter Brut y que logra que Tesfaye se reconcilie con su pasado convirtiéndole en casi un antiheroe del pop que se rehusa a salirse de las líneas que con tanto trabajo, dolor y disfuncionalidad ha trazado. Casi cerrando el álbum nos topamos con “Nothing Compares” que pudiese haber sido un track formulado en conjunto con Vangelis y que desata filosas cadencias rítmicas que invitan a cualquiera a imaginar que manejan un Corvette color rojo hacia un atardecer neón.

Lo que hace que After Hours sea diferente de todos los otros álbumes de The Weeknd es que escuchamos al cantante inmerso en sonidos que son atípicos en el pop, ademas de que él, junto a su disco, se vuelve la estrella que evoluciona, que continúa reinventándose, y que sabe exactamente cómo dejar a los fanáticos enganchados a los estragos que describe en su música. Sin duda, After Hours, es una prueba de que Abel Makkonen Tesfaye aún no ha terminado con nosotros; de hecho, recién está comenzando.

THE BLACK QUEEN – “FEVERDAYDREAM”

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En la tradición de “súper bandas” cómo Team Sleep, How To Destroy Angels o Puscifer; The Black Queen elabora un sonido intoxicante al combinar lo mejor del talento de cada uno de los integrantes que la conforman: Greg Puciato (The Dillinger Escape Plan, Killer Be Killed, Spylacopa), Josh Eustis (Telefon Tel Aviv, NIN) y Steven Alexander (The Dillinger Escape Plan, NIN); personajes que se han encargado de engendrar una oda a la música electrónica de los 80s con retablos y adjetivos sacados del new wave y el synth pop en Fever Daydream, primer LP de la banda localizada en California.

The Black Queen toma el brillo digital de Depeche Mode, los beats industriales de NIN y la ambición de The Dillinger Escape Plan para dibujar paisajes sonoros que podrían haber salido de la mente de cualquier Replicante de Blade Runner, o como si Martin L. Gore usara el álbum Pretty Hate Machine de Nine Inch Nails para hacerse de unos cuantos nuevos samplers electrónicos.

Mientras que la voz de Puciato se vuelve un canon melódico, dejando de lado los gritos y la guturalidad de The Dillinger Escape Plan, las guitarras flotan a través de la bruma creada por los sintetizadores, dándole un soporte vital musical a esta producción que resume gran parte la década de los 80s, musicalmente hablando, en 10 tracks.

“Ice To Never” y “The Death Cannot Touch” son un par de los momentos más tranquilos de Fever Daydream, logrando entregar al escucha un sentido de somnolencia atmosférica que poco a poco va creciendo en intensidad para volverse piezas claves del transcurso del disco.

“The Death Cannot Touch” suena como si Giorgio Moroder y Vangelis hubieran ocupado el lugar que New Order ocupó en su transición del post-punk al new wave, evocando el sonido electrónico del presenta y el pasado.

Las connotaciones góticas de “Silver Scream” captan los sonidos del cold-wave francés de manera similar a lo que Wesley Eisold ha hecho con Cold Cave y al mismo tiempo, la voz de Puciato, hace que los arreglos de cada canción resalten por su ambiente minimalista. “Maybe We Should/Non-Consent” se acerca más al dream-pop de finales de los 80s pero se carga de una actitud industrial que solo demuestra la influencia que tienen ciertas banda sobre los integrantes de The Black Queen.

Lo que el trío ha elaborado aquí es una colección de atmósferas reconfortantes que pueden ser decoradas con arrebatos de rabia y al igual que Deftones, Tool y NIN coexisten junto al éxito que tienen sus proyectos alternos; Puciato, Eutis y Alexandre han creado una entidad refrescante que simboliza una salida alternativa para esa emoción y creatividad, que tal vez en sus otras bandas, no han podido expresar.

 

MAKTHAVERSKAN

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En los últimos años, Suecia se ha transformado en uno de los semilleros de post-punk más representativos en el rock actual. Desde INVSN, que tiene su sonido muy recalado en la esencia de Refused, pasamos a Holograms y The Exploding Boy, que cada uno de ellos por su cuenta, engloban los mejores momentos que Joy Division, The Chameleons o The Cure forjaron a la hora de explotar musicalmente.

Dentro de todo este movimiento de post-punk-revival hay una banda que resalta y que logra hacer las cosas mejor de lo que parece. Ellos son Makthaverskan, un quinteto originario de Goteborg, Suecia, que hace uso de su inexperiencia y de su temprana formación para darle ese toque de dream pop a un género que se caracteriza por ser oscuro y serio. Y claro, eso no significa que Makthaverskan sea una banda infantil o que utilice el recurso de la “ira adolescente” para crear su música.

Su sonido es una mezcla de new wave y post punk. Utilizan los recursos clásicos de ambos géneros para lograr un aglomerado de sonidos y texturas que escucharía un montón de adolescentes rechazados buscando una excusas para mover la cabeza, los pies y terminar por construir su identidad. Todo bajo el argumento de transformar las melodías pop en himnos que son un poco más característicos del tiempo en el que viven, su país y su cultura. Si a esto se le suma una producción “cavernosa”, letras abrasadoramente honestas y un lúgubre sentido del humor, el resultado es una banda que lleva “Mujer Poderosa” como nombre en sueco: Makthaverskan.

Con un LP (II, 2013) y dos EPs (Something More, 2013 y Witness, 2015) en su haber, Makthaverskan ha logrado establecer un sonido diferente que por momentos puede ser muy oscuro, como el tema “Witness” lo demuestra, o muy brillante como podemos notar en “Asleep”; sencillo que se desprende de su primer LP.

Makthaverskan en cada una de sus producciones ha logrado establecerse como una de esas bandas que demuestra madurez y unas ganas enormes de crecer profesionalmente y que lo proyecta sobre el escenario de una manera soberbia. Su sonido y su manera de tocar ha mejorado mucho desde sus primeros pininos en el ámbito musical, y aunque su primera presentación fue un desastre en palabras de la banda, la gente ha gustado de esas profundas melodías de bajo, de esas guitarras que se han visto inundadas por shoegaze en más de una ocasión y sobretodo por la voz de Maja Milner que esta inundada de drama y dulzura.

También su éxito ha emulado, casi sin querer, a bandas como Joy Division. De primera mano han explotado dentro de todo Suecia siendo headliners de mas de un festival y de haber girado casi por todo el país. Hasta hace poco han comenzado a repuntar en Estados Unidos. Sólo esperamos que no se vean enfrascados en la desgracia antes de dar el brinco como los de Manchester.

Sin duda Makthaverskan es una banda que sabe llevar la seriedad del post-punk a otros niveles, dándole una esencia diferente y fresca sin despegarse de los cánones más importantes del género. Si esto es lo que pueden lograr ahora que están en sus veintes, no imaginamos que podrán hacer en un par de años.

MAXIMILIAN HECKER – SPELLBOUD SCENES OF MY CURE

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Cuando alguien describe su música como “himnos pop a la melancolía” sabes que algo esta haciendo bien y sin duda, Maximilian Hecker, en Spellbound Scenes Of My Cure, su octavo álbum, lo describe de manera fantástica en cada uno de sus tracks… Desde su debut con Infinite Love Songs (2001), el originario de Alemania ha sabido madurar en sus sonido pero sin quitarle ese ímpetu melancólico y radiante que escenifica en cada una de las imágenes que son sus canciones.

Con Spellbound Scenes Of My Cure, Maximilian Hecker habla, a través de cada uno de los tracks del disco, de una ciudad diferente en la que ha estado. Beijing, Tokio, Taipei, Hong Kong y Nueva York, son algunas de estas ciudades que él, en sus palabras, le han servido para buscar momentos complejos llenos de inspiración mágica para retratar con sonidos pop, las delicadas formas de la esencia de cada una de estos lugares.

El glamur, el sexo y el amor se notan en la estructura del álbum, “Gangman Misery” es un tema cargado de nostalgia, neblina y un perfume sutil que aparece en sus notas, mientras que “Kastrup” lo lleva a los parajes de esa ciudad de Dinamarca que le trae salvación y liberación dentro del viaje espiritual que le ha significado Spellbound Scenes Of My Cure.

A través de esta placa, Maximilian Hecker, se libera de todos esos fantasmas del pasado que lo han atormentado, de ese odio reflejado en los ojos de sus semejantes y gracias a ese sutil sonido dream pop y shoegaze, el cantautor cambia los esquemas sociales de sus propios lastres para crear un álbum mágico y etéreo que enaltece las condiciones más humanas que pueden existir en el corazón.

DyE – “COCKTAIL CITRON”

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En la tradición de Air y Yelle, nos encontramos con un receptor de avanzada tecnología que logra traducir los anhelos de una joven generación a través de melodías y sonidos que viajan a través de él. Cómo si se tratase de procesadores de computadora, maquinas vivientes y órganos mágicos, Juan De Guillebon, mejor conocido como DyE; llega desde Francia para describir el futuro a través de su música y cómo se acerca a las estrellas y al futuro.

DyE ya había sido capaz de demostrarnos esa tendencia en su producción Taki 183, disco de 2011 que plantea la transición de la infancia a la adultez. En esta producción se incluye la ya afamada “Fantasy”, tema que le diera un posicionamiento en la escena del electro pop internacional tanto por su video musical así como por su sonido de caja musical.

Independientemente de aquel corte visual y sus millones de reproducciones, el sonido que DyE evocaba en Taki 183 se ve replicado de mejor manera en Cocktail Citron, segunda producción del interprete.  En esta ocasión la música no solamente esta cargada de sonidos melosos que a momentos rozan el dream pop, también, tienen una producción más cuidada que le da una calidad mayor y que, sin mucho esfuerzo, logra despojarlo de la sombra de su primer corte.

Algo a detallar en Cocktail Citron es que DyE, a pesar de ser un proyecto individual, cuenta con colaboraciones que logran expandir los espectros creativos y musicales de este disco. En “Cocktail Citron”, tema que da nombre al disco, está la voz de Angie David, entregándole un toque más emotivo a la canción sin alejarla de esa raíz bailable y electrónica. Mientras tanto en “She’s Bad”, nos encontramos con la contribución de Egyptian Lover, que logra darle un ritmo oscuro y casi de high energy a esta canción.

En general, Cockatail Citron, replantea la manera en la que DyE se acercó a su propia música y en cómo la interpreta y logra reinventarla. Se nutre de influencias más directas y logra, de manera imponente, un sonido único que poco a poco se abre paso en el mundo. También, hay que destacar que Cocktail Citron es el álbum más bailable de DyE, probablemente a consecuencia de su corta edad.

Convertirse en mago a través de la música es una elección justa. Es una odisea que plantea diversión y mucho trabajo. DyE lo logra en Cocktail Citron, álbum que se ha transformado en su nueva fórmula. Sin duda, este álbum remueve al escucha desde el interior y hace florecer al niño que todos llevamos dentro.

CROSSES – “CROSSES”

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A veces menos es más. A veces ese momento en el que se priva algo de más adornos da cómo resultado algo que innova, que resalta y transforma la percepción de lo que vemos, escuchamos o probamos; y en general, con todo lo que nos rodeamos. Minimalista y sombrío; eso es ††† (Crosses), y esos adjetivos son los principales en adornar un proyecto que lleva poco más de 3 años forjándose y que ha visto en Chino Moreno, Shaun López y Chuck Doom los emisarios para lanzar dos EPs, y finalmente este año, un LP.

Lúgubre y melódico. Por ahí podríamos empezar detallando este disco, que en sí, es la conjunción de los dos EPs anteriores (remasterizados en esta edición de LP) más 5 tracks nuevos que complementan el larga duración que da un enfoque diferente a ese icónico personaje, qué con sus múltiples proyectos, se ha transformado Chino Moreno.

A todo esto se le unen Shaun López (Far) y Chuck Doom, conformando un trío que transgrede la estética común del rock para alcanzar niveles pseudo-electrónicos. Esto da cómo resultado una mezcla sonora que habla por sí misma; llevándote de la mano por el camino del witch house; y que con visuales que embrujan y empujan a la locura, hacen un conglomerado de ideas y conceptos que va mucho más allá de la música.

En esta producción se nota cómo la banda, y especialmente Chino Moreno, pudo acercarse a influencias más personales en cuanto a música se refiere. A momentos se notan reminiscencias de Duran Duran y Depeche Mode en toda la médula del disco; mientras que en otros instantes, las atmósferas impuestas por el trío son similares al Nine Inch Nails de mediados de los 90s. Por un lado Shaun López y su trabajo en la ya extinta Far le dan una potencia melódica a la producción; mientras que la característica voz de Chino Moreno, le da un color diferente a toda la estructura sonora de esta placa.

El disco abre con “†his Is a †rick”, tema que tiene algo de hipnótico y bailable y que se complementa con un erotismo tal vez inspirado en el sadomasoquismo o cine snuff. La cadencia que precede este tema es una constante en el álbum. “Bi†ches Brew” llega un poco más adelante mezclando los esfuerzos más precisos del trío y conjugándolos en una sinfonía llena de magia negra, sexo y una estética visual que a través de los sonidos se nota en todo el disco.

Casi a mitad de la placa chocamos con “Fron†iers”, canción que tiene lánguidas notas muy al estilo del rock progresivo de los 70s que se amalgaman con un peso y atmósfera similar al trip-hop de finales de los 90s; sin duda, una canción que funge cómo piedra angular de esta producción.

“Dea†h Bell” cierra este ciclo musical con su sonido errático y a manera de outro. Contando una historia entre esa aterciopleada voz de Moreno y los fantasmas que en notas y secuencias, Shaun López y Chuck Doom, han sabido encerrar como buenos practicantes de la necromancia.

Sin duda, este primer LP, marca la visión alterada de los integrantes de la banda. Abarcando tanto el placer cómo el dolor que se hace cómplice en el trip-hop y en esos esfuerzos del trío para lograr un sonido cuasi dream-pop. Entre la voz delicada de Moreno, las armonías de López y la producción de Doom, este álbum resulta hipnóticamente atractivo.